En la primera parte de este blog: La violencia de género en el arte (Parte 1), descubrimos la violencia hacia la mujer desde un punto de vista simbólico. Y entendimos como este accionar transgresor había sido traspasado y aceptado dentro de múltiples culturas.

La imagen del cuerpo femenino ya ha venido siendo referenciado en el arte como un objeto de disputa e incluso transacción. 

Así que en esta segunda parte, revelaremos cómo este símbolo de violencia de género traspasa el arte clásico y se posiciona en la cultura moderna como arte pop. En una época donde los medios masivos hacen eco de todo, y se empiezan a generar estudios sobre quién controla la opinión pública.

Violencia de género vs. Feminismo 

Con  la llegada de lo “pop” al arte, la escuela de filosofía de Frankfurt comienza a analizar contenidos como el cine, la fotografía y la imagen publicitaria, todos reyes de la escena en el  siglo XX.

Desde el inicio de la era postmodernista, en la década de los 50, ya era difícil delimitar entre arte y productos de comunicación masivos que bajaban discursos de violencia hacia la mujer. 

Pero dentro de este entorno, también hubo obras de arte feministas que lograron transgredir el mensaje de comunicación habitual.

La artista cubana Ana Mendieta (1948 – Nueva York 1985), logró resaltar en el arte a través de performances y técnicas de expresión postmodernistas que lograron transmitir un mensaje visceral, pero sobre todo, femenino.

Si bien su trabajo se desarrolla en paralelo con la segunda ola del feminismo, su componente artístico es tan disruptivo, que podría incluso vincularse como una crítica a otras obras que representaron la silueta de la mujer con Body Art, como por ejemplo, las expresiones de Yves Klein en la década de los 60.

La obra de Klein tuvo pocas referencias conocidas, hasta que en 2012, sale la nueva campaña del perfume de de la casa Yves Saint Laurent, llamado Manifesto, cuyo arte visual hace un guiño a la obra de Klein pero con un mensaje aparatosamente insertado, donde se quiere hacer entender que la mujer es quien tiene el control de la situación y eso… ¿la empodera?. Veamos el anuncio: 

¿Se puede construir un discurso de empoderamiento en un escenario tan poco deconstruido? En el campo del arte Ana Mendieta es un ejemplo de ello, y por eso quisimos dedicarle este espacio. 


Si quisieras conocer más sobre el arte de Ana Mendienta, te invitamos a disfrutar de esta clase:

Violencia de género en la televisión

The Honeymooners (1955)

En la década de los 50, una de las primeras sitcoms transmitida CBS llamada «The Honeymooners», realizaba un chiste o ‘running gag’ donde en sus 39 episodios repetía «Uno de estos días…» haciendo un ademán de querer golpear a su esposa en la boca.

Tanto la cadena de medios CBS como los productores creadores de un género pionero para la época, aceptaban perfectamente bien usar el abuso conyugal no sólo como un chiste, sino como uno recurrente.

Bewitched hechizada

Bewitched (1954 – 1972) 

Bewitched, fue otra sitcom icónica de mitad de siglo. En ella presenciamos una sitcom marital, donde la identidad de bruja de Samantha solo representa un problema para su esposo Darrin, quien desea una esposa “normal”.

Estas dualidades del rol de la mujer obediente y la mujer heroína también chocan en la serie de tv The Wonder Woman (1975-1979), donde el personaje de Diana Prince pasa de ser una superheroína a una oficial militar subordinada, o incluso a una enfermera en otras versiones de la historia, donde su rol de autoridad se desvanece.

Afortunadamente, en la última década se ha diversificado aceleradamente la representación de la mujer empoderada en los medios masivos. Desde personajes de Disney como Elsa o Moana, hasta series adolescentes basadas en bestsellers, han desarrollado al personaje de la mujer empoderada. 

Y aunque en algunas ocasiones la inclusión de género se ha convertido en un cliché, con la intención de incorporarse de manera abrupta a una tendencia,  personajes icónicos del contenido vía streaming como Kim Wexler de la serie de Netflix «Better Call Saul», o la oficial Rosa Díaz de la sitcom Brooklyn Nine-Nine, han demostrado que sí existen fórmulas de reivindicar la fortaleza y autoridad de la mujer de forma verosímil  y sin adornos.

La violencia de género representada en la fotografía

Con el fin de no perecer en el ojo crítico, sino también promover el arte y la contracultura, nada mejor que aprovechar este espacio de fotografía para mencionar a Nan Goldin,  una fotógrafa estadounidense, cuyo trabajo documental y narrativa del New York de los 70 y 80, refleja y hace alarde de la violencia de género.

The Ballad of a Sexual Dependency – Nan Goldin

Su fotografía, “The Ballad of a Sexual Dependency”, es una de mis favoritas. A través de pequeños detalles podemos ver la diferencia de poder entre el hombre y la mujer, como en la foto que vemos en la pared, siendo solo un ejemplo simbólico de su trabajo. 

Esta fotografía es solo una pequeña pieza del discurso contracultura que Nan ha ejercido a través de un arte que queda efímero en la historia, como lo es la fotografía documental. 

Conclusión

La era postmoderna nos ha permitido crear productos masivos e híbridos, haciendo complejo dibujar la línea entre el arte y el producto, la crítica y el homenaje, la referencia y la cita.

Al hablar de postmodernismo y arte, no podemos omitir el trabajo de la dama del performance Marina Abramovic, entre otras mujeres que dedicaron, entregaron y arriesgaron su vida por el arte.Es por ello que en esta tercera y última parte, encontraremos la reivindicación del arte femenino contra el arte de violencia de género, a través del performance y la pintura contemporánea.